28 de Julio de 1983 se escribe este ensayo,se publica hoy 31 de mayo de 2012.
El viernes vino
el médico coordinador de la atención de
quemados a nivel central, tiene mucha experiencia en el tratamiento de
quemaduras, creo que éste servicio le debe parecer cavernícola: carencia de
elementos de curación por éstos días, no existe el aislamiento protector, falta
de criterios uniformes en el tratamiento; el director éste ser impenetrable de
ojos azules, aclaraba, explicaba y enumeraba proyectos, cambios reformas, la
jefe de enfermería del departamento y la enfermera coordinadora a nivel central
anotaban cada una en su libreta, el director a veces les decía _ anoten- y
ellas anotaban, una de ellas me decía en voz baja “ esto yo ya lo había pensado, lo había
sugerido y hasta lo había pedido
El visitante o sea el
médico experto en quemados, hacía preguntas, a veces comentarios con el
director, lanzaba miradas evaluadoras, miradas de admiración y también anotaba,
se le sentía muy profesional, disciplinado, rígido, vigilante, el médico del piso se sentía un poco desubicado, yo
hablaba en voz alta, y en voz baja también, aproveche para preguntarle muchas
dudas que tenía, en especial de protocolos de manejo, tengo tanto que aprender
Hoy he ido a cirugía
y encontré a una auxiliar leyendo un libro titulado “la azarosa vida
sentimental de una enfermera” sentí unas ganas infinitas de arrebatárselo y
meterme en el estar a leer, ella dijo me lo prestaría, que mencionara sobre la
vida hospitalaria, me muero de la curiosidad
JULIO 29 DE 1983
He acabado de leer el
libro “ la azarosa vida sentimental de una enfermera”, de una autora
extranjera, vaya titulo, vaya portada, vaya imaginación, es una novela
romántica que cuenta la vida sentimental de alguien que es enfermera, menciona
vagamente organización hospitalaria, involucra 2 personajes: 2 de sus pacientes
dentro de la trama de la novela, al final termina con colorín colorado comieron perdices y fueron felices
Ya al final del
turno, cuando estamos en el bus municipal que hace el recorrido del hospital
hasta la una zona de fácil acceso a
transporte urbano, se sube un muchacho joven de unos 30 años, a decirnos que
nos iban a dar completamente gratis a cada uno de nosotros ejemplar del libro “la
guerra de las galaxias”, que a cambio nos pedía permanecer en silencio y
escucharlo durante 10 minutos, mientras él hablaba, luego tendríamos ese libro
gordito, mullido, soñador, no resistimos la tentación, empezó diciéndonos la
razón por la que su compañía invertía en nosotros, habló de cómo podíamos
adquirir sus libros por medio de descuentos mensuales por la derecha de nuestro
salario, promovió una enciclopedia ilustrada, que como ésta enciclopedia era
tan barata que contenía 17.000 palabras y que cada palabra salía a menos de
0.90 la palabra, pero que no vendían palabras sueltas, que lástima
Van 20, van 25, van
40 minutos y éste señor habla que habla, mientras apunta y desapunta su saco
habano, estamos cansados, hambrientos, impacientes, entonces llega el conductor
del bus y dice que se va, acto seguido nos paramos en simultánea, damos media
vuelta y empezamos a salir, decimos que la reunión la programe otro día, el
vendedor dice “está bien, otro día y ahí si les doy su libro