jueves, 31 de mayo de 2012

Erase una vez una enfermera..


28 de Julio de 1983 se escribe este ensayo,se publica hoy 31 de mayo de 2012.
El viernes  vino  el médico coordinador de la atención de  quemados a nivel central, tiene mucha experiencia en el tratamiento de quemaduras, creo que éste servicio le debe parecer cavernícola: carencia de elementos de curación por éstos días, no existe el aislamiento protector, falta de criterios uniformes en el tratamiento; el director éste ser impenetrable de ojos azules, aclaraba, explicaba y enumeraba proyectos, cambios reformas, la jefe de enfermería del departamento y la enfermera coordinadora a nivel central anotaban cada una en su libreta, el director a veces les decía _ anoten- y ellas anotaban, una de ellas me decía en voz baja  “ esto yo ya lo había pensado, lo había sugerido y hasta lo había pedido

El visitante o sea el médico experto en quemados, hacía preguntas, a veces comentarios con el director, lanzaba miradas evaluadoras, miradas de admiración y también anotaba, se le sentía muy profesional, disciplinado, rígido, vigilante, el médico  del piso se sentía un poco desubicado, yo hablaba en voz alta, y en voz baja también, aproveche para preguntarle muchas dudas que tenía, en especial de protocolos de manejo, tengo tanto que aprender
Hoy he ido a cirugía y encontré a una auxiliar leyendo un libro titulado “la azarosa vida sentimental de una enfermera” sentí unas ganas infinitas de arrebatárselo y meterme en el estar a leer, ella dijo me lo prestaría, que mencionara sobre la vida hospitalaria, me muero de la curiosidad
JULIO 29 DE 1983
He acabado de leer el libro “ la azarosa vida sentimental de una enfermera”, de una autora extranjera, vaya titulo, vaya portada, vaya imaginación, es una novela romántica que cuenta la vida sentimental de alguien que es enfermera, menciona vagamente organización hospitalaria, involucra 2 personajes: 2 de sus pacientes dentro de la trama de la novela, al final termina con colorín  colorado comieron perdices y fueron felices
Ya al final del turno, cuando estamos en el bus municipal que hace el recorrido del hospital hasta la una zona de fácil acceso  a transporte urbano, se sube un muchacho joven de unos 30 años, a decirnos que nos iban a dar completamente gratis a cada uno de nosotros ejemplar del libro “la guerra de las galaxias”, que a cambio nos pedía permanecer en silencio y escucharlo durante 10 minutos, mientras él hablaba, luego tendríamos ese libro gordito, mullido, soñador, no resistimos la tentación, empezó diciéndonos la razón por la que su compañía invertía en nosotros, habló de cómo podíamos adquirir sus libros por medio de descuentos mensuales por la derecha de nuestro salario, promovió una enciclopedia ilustrada, que como ésta enciclopedia era tan barata que contenía 17.000 palabras y que cada palabra salía a menos de 0.90 la palabra, pero que no vendían palabras sueltas, que lástima
Van 20, van 25, van 40 minutos y éste señor habla que habla, mientras apunta y desapunta su saco habano, estamos cansados, hambrientos, impacientes, entonces llega el conductor del bus y dice que se va, acto seguido nos paramos en simultánea, damos media vuelta y empezamos a salir, decimos que la reunión la programe otro día, el vendedor dice “está bien, otro día y ahí si les doy su libro